Of Sparta

Cuándo te leo siempre me entran ganas de escribir, escribir sobre lo que me haces pensar. Es cierto que siempre he sido descuidada pero quizás ahora ello haya acrecentado y he dejado de leerte asiduamente, aunque nunca del todo.

Nuestros encuentros desde el primer día me recuerdan un espejo, un bonito y brillante espejo que muestra la imagen del que se sitúa en frente. El espejo da una imagen casi perfecta del individuo, casi perfecta, y es que somos de costumbres y nos acostumbramos, y por ello el casi pasa desapercibido... La imagen que devuelve un espejo sitúa la derecha a la izquierda y viceversa, y es por ello que igualo nuestros encuentros a un Espejo, porque tengo la sensación de que somos parecidas, pero no idénticas. Un encuentro contigo no simboliza para mi dos cuerpos, la imagen de dos personas que observan sus gestos e intercambian palabras, un encuentro contigo simboliza abrir puertas, cerrar ventanas, indagar y descubrir una mente, una historia, un sentimiento... y bromeando también un intento de arreglar el mundo. Y es que cuando hablo de la casi perfecta del Espejo no hablo de la diferencia entre la imagen que se puede observar cuándo compartimos un té y lo que realmente compartimos cuando tomamos un té,  no hablo de la diferencia que hay en nuestros aspectos, en nuestro cabello, en nuestros ojos, en nuestras manos... hablo de la similitud de nuestras lágrimas, de nuestros comportamientos que un día fueron y la diferencia de algunos de nuestros pensamientos, de tu sabiduría incomparable a la mía pero con una base parecída, hablo de que una comunicación contigo no son palabras arrojadas al vacío esperando ser recogidas.

Hablo de un nada que resulta ser un todo, hablo de la suerte de poder estar sin ser. 

Hablo... de una amistad.

 Gracias Helen